28 05/13
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El hombre-masa

Escultura Manizales, Colombia

En el espectáculo de la sociedad europea de comienzos del s.XX el papel principal le correspondía a las masas. Monarquías, aristocracias, burguesías, proletariados todas estas clases y agrupaciones sociales eran variaciones de un mismo fenómeno que habría de transformar primero a Europa y luego al todo el mundo. Este hecho advertido por José Ortega y Gasset es el tema se su libro La Rebelión de las Masas, 1929. Escrito entre las dos guerras mundiales, el argumento del libro es que un nuevo tipo de hombre, sin moral, había copado todos los espacios éticos, estéticos, políticos y técnicos de la vida europea. Este nuevo hombre era el hombre-masa, una  especie de aglomeración sin forma y ni rostro producida durante el s.XIX. Ortega y Gasset identificó varios síntomas de la presencia de este hombre-masa, la vulgaridad, la serialización del progreso, la naturalización de la cultura (ignorancia) y la violencia con que el hombre- masa intervenía en todo. Las fatales consecuencias de esta ocupación serían causadas por la falta sentimiento de sumisión a algo, por la falta de conciencia de servicio y por la falta de obligación con que este nuevo hombre actuaba. El hombre-masa es inmoral concluyó Ortega y Gasset.

El avance de los medios técnicos del s.XIX y del s.XX no tiene parangón en la historia. Esto es así porque la base de este avance es científica y esta base a su vez lo convierte en un avance permanente. Aún no nos hemos recuperado de la traumática realización de varias máquinas y aparatos que de forma automática y masiva se tomaron por asalto la vida en Europa y Estados Unidos. Hoy este trauma se ha extendido por todas partes. La masificación que Ortega y Gasset identifica es consecuencia de la maquinización del hombre y la ausencia de control que sobre este proceso tenemos, quizá por falta de interés o quizá porque la complejidad del proceso nos supera. La máquinización del hombre ha popularizado a este hombre-masa. La incapacidad para percibir este proceso, la permanente anestesia colectiva y la incesante oferta infinita de posibilidades son síntomas que a través de las máquinas nos hemos abandonado al hombre-masa.



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